domingo, 14 de noviembre de 2010

La sed de saber o el saber como salvación

     Mijail Bakunin, uno de los padres fundadores del anarquismo, nació en 1814 en una hacienda de Premukhino, en el seno de una familia aristocrática rusa y, como todo joven caballero, comenzó -a instancias de su padre- la carrera militar y poco después la carrera diplomática. Sin embargo, ni una ni otra satisfacían los gustos y los anhelos del joven Bakunin, que optó por enfrentarse a sus padres y por abandonar una vida cómoda como diplomático en un negociado de Tver. Decidió entonces, con apenas veinte años, marcharse a Moscú, sin carrera, sin recursos y sin ocupación, con el único deseo de estudiar y de vivir de las clases que pudiera dar como profesor. Comenzó en él una sed de saber y una pasión intelectual inagotable. En la capital rusa, formó parte del círculo de Stankevich que reunía a los jóvenes hegelianos. Cautivado completamente por la filosofía de Hegel, decidió viajar a Berlín para profundizar en sus estudios del sabio alemán. Antes de partir, Bakunin escribió a sus padres una larga carta en la que les contaba el hastío que había vivido durante su años de carrera militar y les explicaba la felicidad que significaba para él el descrubrimiento del placer intelectual, sus ansias de conocimiento y su deseo de ir a Berlín para seguir formándose:  

     "Si supierais, queridos padres, cuál era en el fondo mi moral cuando salí de la Academia, os convenceríais de que la necesidad de adquirir saber fue mi salvación. Por aquel entonces reinaba en mi alma un vacío absoluto, un indeferentismo religioso total; las más sagradas leyes morales no eran para mí más que leyes formales y convencionales de la vida social. No es sorprendente que en esta situación el aburrimiento y la apatía fueran mis inseparables compañeros de viaje; por mi culpa fui enviado a Lituania; y allí mi moral empeoró todavía más. Una apatía deprimente y paralizadora unida a una fría indiferencia respecto a todo lo que me rodeaba, habían hecho de esa situación moral algo así como una segunda naturaleza. Me habría perdido con seguridad si no hubiera guardado dentro de mí una chispa divina; y esa chispa era mi sed inconsciente, casi instintiva, de saber. Fue esta chispa lo que me salvó; mi sed de saber había permanecido latente bajo la cáscara de una sensualidad apática y malsana, y nunca había llegado a apagarse; poco a poco se hizo más viva y acabó por encender una inmensa hoguera, al mismo tiempo que se despertaban en mí el amor, la fe y todos los sentimientos sagrados del hombre. Sí, queridos padres, esto no son frases sino la estricta verdad; si hubierais sabido cómo me encontraba hace cinco años, o incluso hace tres o cuatro, no me hubierais juzgado con tanta severidad y hubierais adquirido la certidumbre de que el deseo de saber fue de hecho mi única salvación; y que apartarme de ella hubiera tenido para mí el mismo efecto que apartarme de la vida".
[Moscú, 24 de marzo de 1840; recogido en Arthur Lehning: Conversaciones con Bakunin. Barcelona, Anagrama, 1999]

     ¿Cómo hacer de los centros de enseñanza espacios donde brille intensamente el fuego del saber? ¿Cómo ahuyentar la apatía, el aburrimiento y la indiferencia? ¿Cómo avivar esa sed casi instintiva de saber que tienen los niños y niñas?¿Cómo contagiar a los adolescentes la pasión por el conocimiento?

2 comentarios:

  1. Creo que éste es un tema importantísimo en la actualidad, del que todo el mundo habla pero bien pocos se molestan en hacer algo or cambiarlo.
    Tengo un hijo de 17 años que está en 2º de bachillerato. Hasta 4º de eso estuvo bastante motivado, con unas notas excelentes. Es un chico que dedica horas a lo que le gusta (escribir, la música, pero también a trabajos q le interesan), pero des de q empezó el bachillerato se derrumbó. Él creía q con las optativas podrían ver las asignaturas des de otra perspectiva, disfrutar más, pero ha visto q es más de lo mismo o peor (hace el científico). Todo es empollar, tener en cuenta qué sale en selectividad y poco más. Da mucha pena verlo tan desmoralizado, porque si supieran encenderle "esa llamita", se entregaría por completo.
    No sé de quien es la culpa. Los profesores hacen lo q pueden, tienen q regirse a un calendario y a un temario, aunque siempre hay quien se entrega más... El caso es que creo que, quien sea o a quien le pertoque, debería pensar muy en serio qué es lo q debe cambiar. No podemos pasarnos la vida diciendo q los chicos de ahora son peores q los de antes, porque no es verdad.

    Te felicito por el blog, alguna otra vez ya te he escrito. Saludos des de Barcelona,
    Victòria

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  2. Gracias por tu comentario Victòria; comparto tu inquietud y coincido en que los chicos y chicas de hoy no son peores que los de ayer.
    Uno de los obstáculos que arrastra nuestro sistema educativo es la rigidez: de los métodos, de los espacios, de los tiempos, de los contenidos, de las normas... La curiosidad y las ganas de aprender no encajan bien con tanto corsé y con tanta selectividad.
    Un abrazo desde Córdoba.

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