jueves, 6 de mayo de 2010

José Sánchez Rosa (II): Un maestro y anarquista andaluz. Conversando con J.L. Gutiérrez Molina

     José Luis Gutiérrez Molina (Cádiz, 1952) es doctor en Historia y miembro del grupo de investigación 'Historia Actual' de la Universidad gaditana. Entre sus numerosos trabajos sobre el anarquismo podemos citar: La Idea revolucionaria. El anarquismo organizado en Andalucía y Cádiz durante los años treinta (1993), La Anarquía según Andalucía (1996), Se nace hombre libre. La obra literaria de Vicente Ballester (1997), Valeriano Orobón Fernández: anarcosindicalismo y revolución en Europa (2002), El Estado frente a la anarquía: los grandes procesos contra el anarquismo español (1883-1982) y Casas Viejas: del crimen a la esperanza (2008).
     La primera vez que hablé con Gutiérrez Molina fue en en 1996, estaba yo realizando un curso a distancia por la UNED y le pedí asesoramiento para realizar un trabajo sobre la película de Ken Loach Tierra y Libertad. Desde entonces he acudido a él en varias ocasiones para charlar de aspectos relacionados con el mundo libertario. Siempre generoso en compartir su tiempo y su saber, una vez más, decidí hablar con él para preguntarle sobre su libro dedicado a Sánchez Rosa y, de paso, abordar cuestiones relacionadas con la historia social española, la cultura anarquista y la educación.  

     ¿Cómo, cuándo y por qué surge tu interés en Sánchez Rosa y en realizar su biografía y escribir un libro sobre él?

     Me surge cuando yo comienzo a hacer mis primeros trabajos sobre el anarquismo y el sindicalismo en Andalucía y, en concreto en la provincia de Cádiz. Estoy hablando de hace aproximadamente 20 años. Entonces es un personaje que va apareciendo en diversas ocasiones porque, siendo él serrano de Grazalema, va a estar presente en la mayoría de los acontecimientos de la vida social de la provincia de Cádiz y, en concreto del mundo libertario y anarquista, hasta su asesinato a finales de julio o el 1 de agosto de 1936 por los golpistas, por los sublevados. Va a aparecer en la Mano Negra, en los sucesos de Jerez, me va a aparecer en sus relaciones con Salvochea, va a aparecer a principios de siglo XX hasta su liberación en las grandes campañas por los detenidos de la Mano Negra, de los procesos de Jerez y del castillo de Montjuich que hace el anarquismo catalán, pero que tiene su expansión por todo el territorio nacional, a finales del siglo XIX y principios del XX… Y después me lo voy a encontrar tanto en la vida ya no estrictamente anarquista y sindical, obrera societaria, sino que a partir de su liberación a principios de siglo pues va a empezar a aparecer como uno de los tantos maestros o educadores del ideal libertario que funcionan por Andalucía en un número muy considerable y en el cual Sánchez Rosa va a ocupar un papel bastante especial. Entonces, bueno, a partir de ese momento es cuando Sánchez Rosa queda como acaba definiendo el título del libro, “la tiza, la tinta y la palabra”, la tiza porque Sánchez Rosa es el maestro de una escuela y el editor de una colección de libros que van a tener una importancia muy significativa en el mundo social andaluz en general, no solamente ya el libertario, de ese primer tercio del siglo XX; la tinta como el escritor que es, tanto propagandista como con sus pequeños pinitos literarios en forma de diálogo, que era un tipo de literatura popular muy usada, que proviene del siglo XVIII, pero que en el mundo anarquista se va a utilizar mucho a través de los diálogos entre el maestro y el alumno, entre el maestro racionalista y el maestro tradicional, entre el burgués y el obrero, entre el campesino y el obrero de ciudad, entre el patrón y el trabajador… Es lo que hace Malatesta en Entre campesinos. Sánchez Rosa no solamente publicó muchos artículos en la prensa anarquista, sino que en un momento determinado va a tener hasta su propio periódico. Y finalmente la palabra, como el hombre de acción en los mítines, en el mundo de la transmisión oral, que Sánchez Rosa va a tener a partir del año 1905 en adelante, hasta 1936 prácticamente, donde nos lo vamos a encontrar en las principales campañas de propaganda de difusión del ideal libertario, nos lo vamos a encontrar en la creación de la CNT andaluza en 1918, nos lo vamos a encontrar en la gira en Barcelona o en el Ferrol, en determinados momentos clave de la historia del societarismo obrero español… Y quizás de sus últimas intervenciones públicas va a ser con la palabra cuando se presenta como testigo en el proceso de las bombas de mayo de 1932 en Sevilla durante la II República. Es decir, abarca esas tres facetas, y en las tres, tanto como maestro, como propagandista, como sindicalista u hombre organizado, Sánchez Rosa me iba apareciendo en los diversos temas que iba investigando, hasta que en un momento determinado, a la vez que veía la carencia de trabajos que de alguna forma perfilaran la figura de Sánchez Rosa, me fue surgiendo la idea de hacerlo. Hay que tener en cuenta que Sánchez Rosa es quien, por ejemplo, da mucha información a Díaz del Moral para su libro sobre las agitaciones campesinas en Andalucía. Sánchez Rosa le envía medio centenar de folios respondiendo a las preguntas que le hace Díaz del Moral para su libro. Es una lástima que no dispongamos de esos folios, del mismo modo que no disponemos de los papeles que le envió a Buenacasa para redactar el apéndice regional de su obra sobre el movimiento obrero español. En fin, todo esto hizo que finalmente a partir del año 2002-2003 decidiera hacer el trabajo sobre Sánchez Rosa, entre otras cosas, por el impulso del editor de Tréveris, esta editorial de la sierra de Cádiz, que fue quien me hizo adquirir el compromiso de escribir el libro, pero con un plazo determinado. Esa es la génesis del libro.

     Y después de haber investigado su vida y haberte acercado al contexto social e histórico de Andalucía y de España durante ese período tan largo. En unas breves pinceladas, ¿cómo describirías a Sánchez Rosa?, ¿cuáles serían los rasgos principales que tú destacarías?

     Hombre, para mí Sánchez Rosa es, por un lado, un prototipo del militante anarquista, por lo menos andaluz, de finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX, es decir, es más anarquista que sindicalista, es decir, con la deriva del movimiento antiautoritario o libertario español y la configuración de la CNT, del sindicato como una organización de masas con finalidad comunista libertaria, ha quedado más escondida esa línea digamos más puramente anarquista, no digo individualista, porque Sánchez Rosa no es un individualista, pero sí del anarquista que es más prototípico en Francia, en Italia o en Inglaterra, y que en España ha quedado subsumido dentro de la importancia que tuvo en nuestro país, y esa es la gran aportación española a la historia del movimiento libertario del siglo XX, el desarrollo del anarcosindicalismo con el momento de esplendor y de caída de la revolución de 1936. Entonces, para mí Sánchez Rosa es más anarquista que sindicalista, más hombre del siglo XIX que casi del siglo XX, y que en definitiva es muy difícil establecer una jerarquía sobre si fue más importante su labor como propagandista, su faceta de maestro o su faceta de hombre de organización, sea la sociedad obrera decimonónica, del sindicato o la propia específica anarquista, cuando a partir de 1918 se crean las primeras federaciones de grupos anarquistas y la creación de la propia FAI a partir de 1927.
     ¿En cuál de las tres digamos destacaría? Hombre, la que perdura más y la que es más recordada, incluso por personas todavía hoy día y apartadas del mundo específicamente anarquista, es su faceta como maestro, tanto por su propia dedicación en sus escuelas como para lo que para mí es la más importante: la creación y la capacidad de difusión, en un ámbito regional o comarcal por lo menos, de un tipo de obra pedagógica ligada a la Escuela Moderna. Aunque yo creo que Sánchez Rosa no es el típico maestro racionalista que podamos tener en la cabeza ligado al mundo de Ferrer, sino que Sánchez Rosa viene de una tradición anterior que es la tradición del maestro anarquista que de alguna forma debe más a las ideas educativas presentes en los congresos obreros del XIX, a la escuela integral, a los planteamientos de Robin o de Montessori inclusive que a los del propio Ferrer.
      Sánchez Rosa va a imitar en parte las propuestas de Ferrer y va a utilizar las ediciones de la Escuela Moderna que, en realidad, más allá de la propia obra en sí de la Escuela Moderna en Barcelona o de la difusión de una red de escuelas modernas más o menos parecidas a la creada por Ferrer, lo importante es que va a ofrecer unos materiales a todos esos maestros, sean en menor medida de la escuela pública existente, sean los maestros de ese tipo de centros ligados al mundo anarquista-republicano e incluso socialista, que muchas veces se pierden los límites. ¿Hasta qué punto una escuela de finales del siglo XIX y de principios del XX adscrita a un centro obrero, se puede caracterizar estrictamente como de una escuela anarquista o está ligada al mundo republicano con maestros que antes que anarquistas son republicanos o incluso pertenecen o están apoyadas por un centro obrero donde conviven tanto anarquistas como republicanos como socialistas? A mí a veces me resulta, como yo creo que normalmente ocurre en muchos aspectos de la vida, que los encasillamientos no son ni buenos para definir las cosas ni tampoco para analizarlas, sino que siempre hay que buscar una flexibilidad para aprehender toda la riqueza en el análisis del objeto que tú estudias. En ese sentido, quizás la faceta que más haya perdurado sea esa faceta de maestro.
      Sánchez Rosa crea una escuela con apoyo de una sociedad obrera, fundamentalmente la de Aznalcóllar, una sociedad obrera de profundas raíces; cuando Sánchez Rosa acude a Aznalcóllar y durante los cinco años que está allí ligado a esa sociedad obrera no acude a un terreno virgen, sino que acude a un terreno abonado por una labor de una sociedad obrera de tendencia libertaria tan importante como la de Aznalcóllar desde finales del siglo XIX y que es precisamente lo que le permite mantener una escuela y tener a un maestro. Y después su escuela en Sevilla. Mantiene, pues, una labor educativa, pero a la vez es el centro de difusión de esos materiales que le procura la Escuela Moderna o las ediciones de la Escuela Moderna, esos libros de historia, encargados por Ferrer, los de Nicolás Estévanez, o los libros de lectura, o la geografía de Odón de Buen, o las de literatura con textos literarios de distintos autores. Eso va a dar un paso, y quizás por eso ha quedado también más perdurable la faceta de maestro de Sánchez Rosa que la de hombre de acción o de escritor, va a dar pie a la creación de su propia editorial con, digamos, tres grandes best-sellers que se diría hoy, tres grandes éxitos que se mantuvieron en el tiempo desde la aparición del primero en 1909 hasta 1936 y con posterioridad. Recuerdo precisamente en la presentación de este libro de Sánchez Rosa en un pueblo de la provincia de Sevilla, pues recuerdo que un señor mayor que estaba presente en la presentación llevaba una bolsa con un libro y esperó toda la intervención para en el turno de preguntas levantarse y enseñar el libro que por primera vez, después de 40 años de dictadura y 30 de democracia, mostraba en público, que era la Gramática del Obrero donde él aprendió a leer durante los años 40 y 50. Y que había mantenido oculto y que por primera vez, cuando había oído que se presentaba una biografía de Sánchez Rosa, se había atrevido a mostrar en público ante sus convecinos el libro en el que él había aprendido a leer en los años 40 y 50. Esto te da un poco la idea de la perdurabilidad y proyección que tiene no solamente la tarea educativa de Sánchez Rosa, sino estas ediciones que tuvieron un gran éxito por su capacidad para llegar al lector, a la persona a la que va dirigida. Porque Sánchez Rosa escribe desde el conocimiento de considerarse uno de ellos, es decir, Sánchez Rosa es una persona que ha sido analfabeta, que ha aprendido a leer en la cárcel, algunos dicen que ayudado por Salvochea o por un anarquista francés que él conoce, que cuando sale ya se atreve a convertirse en enseñar lo que él está aprendiendo… Entonces, tiene una cercanía a la persona a la cual va a ir dirigida su enseñanza;
     Este tipo de escuelas, como las creadas por Sánchez Rosa, se diferencian en parte de la Escuela Moderna. La escuela de Ferrer diríamos que es más neutra ideológicamente, una escuela dirigida a todas las clases sociales, es decir, más anarquista en el sentido clásico del anarquismo como ideología no de clases, sino ideología dirigida a la humanidad, donde se intenta una enseñanza dirigida en general a todo el mundo sin distinción de clase social y que de alguna forma hace hincapié en las nuevas pedagogías más que en el destinatario, a pesar del compromiso de Ferrer con el sindicalismo del momento, sus aportaciones económicas y la beligerancia que toma en unas circunstancias muy determinadas de este país que a veces parece que no han cambiado en más de cien años, donde la educación está prácticamente en el sentido práctico bajo el control eclesial y en el sentido digamos ético o de orientación, completamente puesto que incluso las escuelas públicas existentes también practican una metodología muy cercana a las escuelas religiosas de control eclesial. Y, en ese sentido, Sánchez Rosa sigue más la línea de la escuela con una clara definición de arma de transformación social, es decir, se enseña, la enseñanza, el aprendizaje es para crear hombres y mujeres con la capacidad para, en un momento determinado, transformar la sociedad en la que viven, convertirse en protagonistas, es decir, en un revolucionario. La educación es un instrumento de acción revolucionaria a la vez de transformación mental de la persona que para hacer la revolución también tiene que ser libre, si no se entraría en una contradicción que impediría desarrollar el proceso revolucionario. Entonces, en ese sentido, Sánchez Rosa, por un lado, sigue esa línea, y por otro lado, con sus tres libros fundamentales –la Aritmética, la Gramática y el Abogado del obrero- tiene muy claro cuál es el tipo de estructura tanto del libro como de la presentación del libro y de los contenidos de esos manuales (porque en realidad son manuales o libros de texto) para el público al que va dirigido. Me explico. Vamos a poner un ejemplo de cada uno de esos libros.
     En el caso de la Aritmética, Sánchez Rosa tiene muy claro que ese libro tiene que ser fácilmente aprendido y comprensible por personas que han sido o son prácticamente analfabetas y que quieren aprender la aritmética fundamentalmente por dos razones: una, la de aprendizaje, y otra, la de defensa laboral; es decir, el saber contar, sumar, restar, hacer operaciones… va a suponer un arma del que el trabajador puede emplear para evitar ser engañado en unos momentos en los que el trabajo a destajo está muy implantado, en los cuales el trabajador tiene una serie de habilidades aprendidas por la práctica, pero que tiene que contrastar con la habilidad del perito o el encargado del patrón, que sí saben hacer las operaciones aritméticas y que en un momento determinado puede barrer los restos o directamente engañarle a la hora de ajustar la cuenta al final de la jornada o de la semana. Es decir, el saber las operaciones matemáticas tiene un objetivo de defensa laboral, pero también tiene un objetivo de comprensión de la realidad. No hay que olvidar que estamos en los momentos en que en este país se están cambiando los viejos sistemas de contar y de medir por el nuevo sistema métrico decimal, lo cual en el mundo en general y, en particular, en el mundo campesino supuso un cambio de gran importancia. Con lo cual, un libro como la Aritmética que establece unas tablas de equivalencias, que intenta explicar qué es eso del sistema métrico decimal y como convertirlo, pues realmente también se convierte ya no sólo en un instrumento de defensa y ataque del trabajador, sino también de la comprensión general del mundo. Hay que tener en cuenta que hacía apenas 10 años que se había implantado el sistema métrico decimal, y una cosa es la implantación oficial y otra la implantación real.
     En el caso de la Gramática, Sánchez Rosa hace una Gramática donde junto a los problemas del aprendizaje de la utilización de la lengua hablada, su conversión en escrito y de las pautas gramaticales, va a tratar un tema o un aspecto que quizás para otros autores no tan pegados al mundo del lector al cual iba dirigido no hubiera tenido en cuenta. Por ejemplo, ese intento de quienes no conocen algo, en este caso la gramática, e intentan aplicarlo de una forma que ellos creen que es fina para convertirse al final en un esperpento o en un ridículo, por ejemplo se quiere corregir que las terminaciones de participios se hagan en –ado, pero eso no significa que las terminaciones de palabras como Bilbao o bacalao sean Bilbado o bacalado. Y eso es un problema que Sánchez Rosa, tanto por su práctica como mitinero, como propagandista o por su propia práctica de maestro de escuela obrera, no sólo de niños sino también de adultos, veía como se encontraba con personas que a fuerza de querer ser correctos gramaticalmente, pues se convertían en ese esperpento que habla de bacalado o Bilbado, lo cual en un acto público podría significar el fin de ese orador en un momento determinado. Entonces, Sánchez Rosa dedica unos capítulos a esa parte y una serie de recomendaciones tanto para la escritura como para la intervención oral, lo cual te puede explicar también por qué esos libros tienen tanto éxito entre el público al que va dirigido y se convierten en auténticos best-sellers con decenas de ediciones y centenares de miles de ejemplares vendidos.
     Y finalmente El abogado del obrero, que es el que hoy día puede parecer más extraño porque si estaban aprendiendo a contar y sumar, si estaban aprendiendo a leer y a escribir, eso del abogado ¿qué es lo que es? Pues El abogado del obrero está también destinado a una función de defensa colectiva, de esa finalidad de conversión del conocimiento en un objeto de acción revolucionaria o, por lo menos, de acción de transformación social. Uno de los problemas que se encontraba el mundo obrero que Sánchez Rosa vive es que la distancia entre el mundo oficial y legal, cuando hablo de legal me refiero a la propia aplicación de las leyes y la promulgación y existencia de las leyes, y del mundo obrero es una distancia impresionante. En muchas ocasiones, para cosas tan inmediatas y básicas como las inscripciones civiles (nacimientos, matrimonios, defunciones) o las inscripciones legales de una sociedad obrera, se pueden encontrar con problemas que por desconocimiento el cacique, el cura, el guardia civil o el alcalde de la localidad o ciudad, abusen de la ignorancia y nieguen la existencia de una ley de asociaciones o le vayan retrasando la creación de la asociación en base a defectos de forma en la documentación a presentar; o el caso de una exigencia de una inscripción de registro de nacimiento, de matrimonio o defunción, al margen de la iglesia sea negada como ilegal o con mayor problema de la presión social comandada por la iglesia pudiera generar. En este caso, un libro, que se iba actualizando practicamente cada año o a medida que había reformas legislativas de importancia y que sirviera de una especie de vademécum para solucionar problemas como qué hacer para legalizar una sociedad, modelos de estatutos, firmas que debían acompañar al documento, polizas adjuntas, duplicados o triplicados de cédulas… De tal manera que cuando el impulsor de esa sociedad llegara al ayuntamiento para que lo tramitara al gobierno civil, le pudieran poner las menores pegas posibles a la hora de presentarlo. Exactamente igual la normativa de inscripciones en los registros civiles de todos los actos que regulan la existencia del ciudadano al margen de la iglesia católica. En ese sentido, El abogado del obrero tiene esa finalidad, igual que los trámites para la convocatoria de huelga legal, etc. Es decir, son tres obras tan cercanas a los lectores a los que iba dirigidos que, de alguna forma, son recibidas por ellos y durante muchas décadas, desde 1909 hasta los años treinta, cuarenta e incluso cincuenta, ya en época franquista, se mantiene como libro de referencia; y a partir del golpe de estado y de la dictadura, el libro casi mítico de la capacidad de aprendizaje del mundo obrero. Y precisamente, quizá por eso se justifique que hoy día Sánchez Rosa sea más conocido como maestro que como uno de los fundadores de la CNT andaluza en 1918 o como difusor de las ideas libertarias no solamente en Andalucía, sino en España.

     Has mencionado, haciendo una distinción con las escuelas de Ferrer, que probablemente la escuela de Sánchez Rosa tenía más clara esa vinculación a la transformación social en un sentido revolucionario. Y en tu libro lo comentas en varias ocasiones que la tarea no es sólo la de instruir, sino también la de educar, con la importancia de preparar a los seres humanos, a los hombres nuevos del mañana. ¿Cómo sería ese hombre nuevo en la concepción de SR al que la escuela debía contribuir a formar?

     Hombre, por los textos que conservamos de Sánchez Rosa, son textos que pretenden difundir un tipo de conocimiento determinado, es decir, en cierto sentido no son textos libres que dejen la interpretación abierta al lector, yo no creo que esa fuera la finalidad ni la idea, ni el público al que va dirigida su obra, sino que son textos que van dirigidos a hacer presente una serie de pautas, tanto educativas como de conformación del mundo, al lector. Es decir, no son libros abiertos, mirándolos desde nuestra perspectiva, sino que son libros cerrados de una determinada forma. En ese sentido, las características que definirían al militante obrero que prefigura lo que sería la sociedad futura, dentro de esa línea de pensamiento de que el fin no justifica los medios, propia del pensamiento libertario de que la transformación no es sólo económica y social, sino que es fundamentalmente individual. Si el hombre no cambia, aunque tenga la fábrica en su poder o el barrio o la comuna bajo su control, seguirá actuando digamos de forma previa a la revolución.
     En ese sentido, Sánchez Rosa plantea que el hombre tiene que despejarse de una serie de velos que lo cubren, especialmente el velo religioso, que compara con la superstición; que el hombre para ser libre tiene que ser un hombre racional, un hombre moderno, son personas que creen en la capacidad de progreso de la humanidad. Hoy día tendríamos que poner eso en cuestión, pero en aquel momento, aunque ya se ponía en cuestión, Sánchez Rosa creía en el progreso, en que el hombre marcha hacia un mundo mejor, en el cual dominará la libertad, entendida como eliminación de las supersticiones, de todo aquello que enturbia y nubla nuestros cerebros, fundamentalmente la religión. Es el hombre capaz de actuar colectivamente, de ahí todas las críticas que hace y que plantea a la propiedad privada, a la sociedad burguesa. Por ejemplo, en el diálogo entre Azucena, Dalia y Camelia se muestra esa capacidad de ser libre en base a quitarse esos velos, esas anteojeras que le tapan en beneficio de un mundo libre.
     No queda claro, y yo creo que Sánchez Rosa no se lo plantea de una forma teórica, aunque sí utiliza las palabras, si podríamos considerar a Sánchez Rosa un coletivista o un anarco-comunista en el sentido clásico de estos planteamientos teóricos de Bakunin y Kropotkin. Yo creo que Sánchez Rosa es sobre todo un anarquista práctico que configura el anarquismo en base a sus necesidades más inmediatas y que piensa fundamentalmente en el mundo rural –del cual él proviene, aunque después va a realizar su tarea en ciudades como Sevilla-, un mundo ligado a las tradiciones colectivas presentes, que él ha conocido y que sabe que existen, que no tienen que ser necesariamente identificables con el colectivismo anarquista, pero que sin embargo él lo vive y es capaz de dotarle de ese sentido ideológico.
     Para él, el futuro, por un lado, sería colectivo, y por otro lado, sería comunista, el hombre futuro sería comunista haciéndose el reparto según las necesidades de cada uno. De hecho, es lo que le hace participar, en un momento en que ciertos sectores del anarquismo tienen su recelo, en la creación y difusión de la CNT, un organismo sindical de clase que de alguna forma choca con el propio planteamiento anarquista. Sánchez Rosa sí entra en esa dinámica que es la que finalmente termina imponiéndose en el anarquismo español, que sea el sindicato el vehículo catalizador del proceso revolucionario, y que no va a ser estrictamente de idea anarquista de la creación de un hombre nuevo anarquista en donde impere el amor, la libertad de elección, el amor libre en el aspecto de convivencia social y la capacidad de decidir por sí mismo y de ser consciente de sus necesidades, sino que también van a aparecer otra serie de elementos como es el papel que van a jugar esos sindicatos o esas entidades que se han creado. Y que yo creo que Sánchez Rosa no llega hasta ahí, porque como te he comentado al principio yo creo que él es fundamentalmente un hombre del siglo XIX, es un hombre societario, que se inscribe, que piensa que la sociedad obrera es un medio de transformación social, un medio revolucionario, y en ese tránsito que él ha vivido en su formación, en su juventud, con su etapa ya madura con la creación de la CNT, cuando Sánchez Rosa tiene ya treinta y tantos años pasados, pues se adscribe a esa línea de reforzamiento de la acción sindical; pero sin embargo, sigue siendo un hombre de la mentalidad decimonónica donde lo individual va a primar y va ser el fruto de las grandes broncas y diferencias que va a tener Sánchez Rosa con la CNT. Es decir, que en definitiva, para Sánchez Rosa el hombre nuevo es necesario en un mundo nuevo, el hombre nuevo va a ser un hombre racional, libre de las ataduras del pasado, va a ser un hombre que hace de la instrucción su capacidad de cambiar el mundo, y va a ser un hombre libre en cuanto al conocimiento.
     ¿Cómo se concretiza todo eso? Yo creo que Sánchez Rosa no acaba, entre otras cosas porque tampoco tiene por qué concretizarlo, pero no lo concretiza porque él va a ser una de las personas que no conoce el proceso revolucionario español, que le hubiera obligado a plantearse y a concretizar cosas. Vive en Sevilla, va a ser asesinado por los golpistas en los primeros días y, además, ya desde el año 30, con la reorganización de la CNT y con la Segunda República en abril de 1931, pues Sánchez Rosa se va a mantener al margen del mundo sindical, dedicándose fundamentalmente a la educación. Que, volviendo a la pregunta anterior, es lo que finalmente va a decidir, va a ser el constructor, el creador de hombres nuevos en base a unos principios a través de la educación y en base a unos prinipios generales que provienen tanto de sus propias experiencias como a través de lo que va a publicar en sus libros como a través de los materiales de la Escuela Moderna, que durante muchos años difundió y que evidentemente le influyeron mucho.

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