martes, 13 de abril de 2010

Educación y antimilitarismo

Desde sus comienzos, las escuelas anarquistas tenían una doble finalidad. Por una parte, luchar contra la ignorancia y erradicar el analfabetismo de las clases populares, y por otra, contribuir a la formación de los nuevos seres humanos que posibilitarían la nueva sociedad libre e igualitaria con la que soñaban. Una de las características de esa sociedad del futuro sería que las guerras dejarían de existir. Así de radical, así de necesario. Los maestros libertarios creían firmemente en que la educación podía ayudar a desterrar de la sociedad el espíritu bélico y el militarismo, organizando una escuela donde los niños y adolescentes cultivaran una moral pacifista y una conciencia antimilitarista. 
La Escuela Moderna, por ejemplo, publicó en este sentido una selección de textos de lectura y reflexión titulado Cuaderno manuscrito. Recapitulación de pensamientos antimilitaristas (1903), en cuya introducción se pueden leer las siguientes palabras de Ferrer i Guardia: "... la guerra es la más criminal aberración de los hombres, y el militarismo, la reunión de sus ejecutantes; ambos sostienen el privilegio dominante en la sociedad actual; y pongan empeño en demostrar que la paz, fundada en la justicia social, es el mayor bien a que puede aspirar la humanidad y la fraternidad de la sociedad futura, su mejor recompensa".
 
En los siguientes vídeos, Howard Zinn explica con ejemplos históricos concretos y a partir de su experiencia personal cómo el ardor guerrero no es una característica de la naturaleza humana, sino que es algo que se construye. Y, por tanto, podemos concluir que también se puede construir un espíritu de paz, una conciencia que desconfie de las guerras. Esa construcción ha de estar presente en todas las pedagogías libertarias.




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